El 4 de abril de 1787, al enterarse de que su padre, nuestro Querido Hermano Leopold, estaba gravemente enfermo en Salzburgo, Wolfgang Amadeus Mozart, también maestro masón, le escribió una última carta llena de resonancias masónicas. Finalmente, la misiva ha llegado a Salzburgo al ser adquirida por la Fundación Mozarteum, creada en 1880 con un objetivo de estudiar la vida y obra de nuestro Querido Hermano. Para dar aliento a su padre a punto de morir, uno de los genios más brillantes que ha conocido la música acude a los secretos y misterios de la Masonería -"usted me comprende", le escribe- que ambos comparten y en la que se llaman Hermanos.
"La muerte", escribió, "mirándola bien, es el verdadero objetivo final de nuestra vida. Por eso, desde hace unos años, me he familiarizado tanto con esa amiga del hombre buena y verdadera, cuya imagen no tiene ya nada de espantosa para mí, sino muy tranquilizadora y consoladora. Y doy gracias a Dios que me ha concedido la felicidad de tener ocasión (usted me comprende) de conocerla como la llave de nuestra verdadera felicidad. Nunca me acuesto sin pensar que quizá, por joven que yo sea, no veré el día siguiente, y nadie de todos los que me conocen podrá decir que fui malhumorado o triste en mi trato. Y por esa felicidad doy todos los días gracias a mi Creador y se la deseo de corazón a todos mis semejantes".
Según explica la Fundación Mozarteum, "esta carta está influenciada por el espíritu de la Masonería, un movimiento con el que Mozart se sintió profundamente comprometido. De hecho, incluso introdujo a Leopoldo en sus rituales durante la visita de su padre a Viena en 1785. Esta suposición se apoya en las referencias a la amistad y a la filantropía implícitas en la declaración de Mozart de que la muerte es el verdadero mejor amigo del hombre. Pero hay más evidencias en el símbolo distintivo que Mozart añadió excepcionalmente a su firma".
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